miércoles, 26 de abril de 2017

HOMENAJE EN EL PASICO

 HOMENAJE EN EL PASICO

 Héroes 100 x 100   FRANCISCANOS


      Recién iniciada la Cuaresma, el jueves dos de marzo, en El Pasico, con asistencia de TV Castilla-La Mancha,  
Julian Cano y Laura
Monedero, responsables del programa Héroes Anónimos y, representantes de Medicus Mundi –Pepi- y de la Asociación de Apoyo
al Inmigrante –Pancho-, con los residentes de la carretera de las peñas; inmigrantes temporeros y, punto de primera acogida para personas sin hogar, en exclusión social y en situación de

vulnerabilidad; quisieron dar a un voluntario su reconocimiento en forma de una placa, a Laurentino TINO, al que ellos, cariñosamente llaman “el papa blanco” reconociendo así su trayectoria e implicación de muchos años. Actualmente hay quince voluntarios, que de manera anónima realizan servicios en este centro y para éste centro.

Es fantástico el nombre del programa: Héroes Anónimos, que representa a tantos hombres y mujeres que han entendido lo que es seguir a Jesucristo. Entregarse a Dios y a los hombres.

 Héroes Anónimos                     

En Héroes Anónimos ponemos voz y cara a todos aquellos que día a día luchan, se esfuerzan y ayudan a los demás. Héroes Anónimos es humanidad, respeto, amistad, compromiso social, comprender al que piensa distinto, considerar la diferencia, solidaridad, esfuerzo, trabajo y superación, entre otros valores.

El amor es el servicio concreto que nos damos los unos a los otros. El amor no son palabras, son obras y servicio; un servicio humilde, hecho en el silencio y escondido. P. Francisco.

Nuestro hermano, Carlos Amigo Vallejo, ofm; en su reciente libro; Francisco de Asís Historia y leyenda, lo refleja magistralmente.
El hermano franciscano no necesita ofrecer muchas razones para comprender su vocación y su misión en la Iglesia. Su vida “habla” con un lenguaje tan comprensible que sobran las palabras y hablan los hechos de la caridad y de la misericordia a favor de los más pobres, los más olvidados, los más excluidos.
Francisco de Asís recibe el carisma de la caridad y de la misericordia y el de una vida pobre y escondida en el corazón de Cristo y presente entre los más desvalidos.

¿Por qué servís a los desvalidos, cuidáis a los enfermos, acogéis a los que están solos?, les preguntaba la gente. ¡Por que son mis amos y señores! Los enfermos, los que no tienen casa, los marginados y pobres no son tuyos, son de Dios y Él te ha elegido a ti para que tú se los atiendas y cuides. Y hacerlo con misericordia, que es ofrecer lo mejor que uno puede tener y dárselo a quien más lo puede necesitar. Y en esto conocerán que sois cristianos y hermanos franciscanos.

El hermano no está preocupado por la credibilidad del aplauso social, sino por la fidelidad al Evangelio de Jesucristo. La caridad no hace ruido; y si hace ruido, no es caridad. Se le caería la cara de vergüenza de presumir a costa de los pobre. A los pobres se les sirve, por amor a Jesucristo, y basta. Que en esto se reconocerá que sois buenos cristianos.
Acercarse a los pobres, como lo más querido de Jesús. Los pobres, los marginados, los leprosos, los excluidos, no son un título, sino unas personas concretas a las que hay que ayudar con eficacia, sin menoscabar en lo más mínimo su propia dignidad humana.

En la conducta de Francisco de Asís hay una constante referencia al Evangelio y a los comportamientos de Jesucristo. El amor fraterno tiene ahí su razón de ser. Queremos hacer lo que hizo Jesucristo: servidor de los pobres y salvador de todos. Entonces, como ahora, existe una pobreza espiritual, de falta de Dios. El mundo tiene necesidad de Dios, no de un Dios cualquiera, sino del Dios de Jesucristo, del Dios que se hizo carne y sangre, que nos amó hasta morir por nosotros, que resucitó y creó en sí mismo un espacio para el hombre. Este Dios debe vivir en nosotros y nosotros en Él. Benedicto XVI.

Juan Pablo II en su peregrinación a Asís pide la ayuda de san Francisco para repetir lo que ha querido ser la experiencia y el proyecto franciscano de todos los tiempos, es decir, escribir el Evangelio en el corazón de los hombres; acercar a Cristo a la Iglesia y al mundo; abrazar las vicisitudes de los hombres; hablar en un lenguaje evangélico sencillo y provechoso; resolver todo en clave evangélica, para que Cristo sea el camino, verdad y vida para el hombre.
Fíjate, los últimos papas hacen referencia a san Francisco, nosotros se supone que somos sus herederos, se supone, tenemos un legado que tenemos que llevar a cabo.
 En el franciscanismo, el derecho a vivir de una determinada manera no supone una exigencia reclamable frente al otro, sino más bien un mandato del Señor sobre uno mismo: amarás a tu hermano.

El franciscano no pregunta, actúa; el franciscano es generoso, no solamente en cantidad sino con el espíritu con que se ofrece. El ejemplo no es otro que Jesucristo.

En el franciscano tiene que aparecer la pobreza, los hermanos y el Evangelio. La pobreza es despojamiento, hace relación a la condición de servir, y lleva a la libertad. El hermano Francisco escribe a fray León ”Cualquiera que sea el modo en que mejor te parezca de agradar al Señor y seguir sus huellas y su pobreza, hazlo con la bendición del Señor”. Palabras que expresan el deseo de compartir con el hermano la permanente actitud de Francisco “Vivir según la forma del santo Evangelio”.

Que esto no sean solo palabras. El franciscano, el servidor franciscano, tiene que dar una respuesta de fe, como la de un peregrino que ha recibido el mensaje y el encargo de caminar. Al encontrarse con otros hombres les hablará de lo que “ha visto y oído” entre los hermanos que dejó atrás. Aceptaras el riesgo de tener que caminar siempre, de hacerlo solo muchas veces, de no tener a nadie que escuche su palabra, de recibir el rechazo o la indiferencia. Es preciso el riesgo de la peregrinación. Relación fraterna con toda criatura humana y, dice san Francisco a los hermanos “No promuevan disputas ni controversias, sino que estén sometidos a toda humana criatura por Dios”. Es una relación de minoridad, con todos y con todo.

El Señor me dio hermanos. El Señor me dio el derecho de poder servir a los hermanos.

Francisco eligiendo la pobreza en alegría, ha quitado el miedo y la preocupación. Vivir en una espiritualidad de comunión significa sentir al hermano como uno que me pertenece; ver ante todo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios.   

PAZ   BIEN

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